“La sala estuvo llena y el público se mostró muy interesado en todo el proceso de elaboración del tapiz —contó Martina Cassiau, antropóloga especialista en textiles y colaboradora de la Fundación—. Hubo muchas preguntas sobre la técnica, los motivos florales, y especialmente sobre la paleta de pigmentos locales, que refleja la biodiversidad del monte chaqueño. Se generó un intercambio muy rico, con personas que se acercaban al final para compartir otras experiencias textiles o reconocer elementos similares en otras regiones. Fue una conversación viva, cálida, que puso en valor la belleza y la complejidad de estas artesanías.”
Este tipo de encuentros también permite resignificar la práctica textil de las mujeres del Impenetrable. Ocupar un espacio dentro del mundo del arte contribuye a que sus creaciones sean reconocidas como obras con identidad, con técnica, concepto y decisiones estéticas conscientes. Son piezas que dialogan con el territorio, con la conservación del monte y con los saberes heredados que cada artesana encarna. Más que objetos decorativos, se presentan como portadoras de un mensaje, con una mirada profunda sobre la naturaleza, el trabajo manual y la transmisión cultural.
Degustación de productos con Harina de Algarroba
Los oyentes también pudieron probar en primera persona un poco de la gastronomía del mont de la mano de Lara Sais Stieg que trabaja como chef en Palmares en el Impenetrable: Alfajores, budines, y brownies, todos realizados con harina de algarroba. ¡Fue un éxito!
Esto fue clave ya que a través de la elaboración de productos comestibles con valor agregado, como lo es la Harina de Algarroba, es posible aportar a la conservación de «El Árbol» y generar ingresos en la comunidad en torno a una actividad que protege el monte en pie.